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lunes, 2 de mayo de 2016

¿Austeridad en publicidad? una quimera



Poco después de que El Telégrafo y Ecuador Inmediato hicieran pública la noticia sobre los múltiples contratos que mantiene el Municipio de Quito con unos cuantos medios privados y periodistas conocidos de la ciudad hace pocos días, surgieron por parte de la ciudadanía varias interrogantes.

Hace casi un año,   el 3 de junio de 2015 para ser exactos,  el alcalde Rodas firmó una resolución de austeridad y restricción del gasto en el Municipio, con el objetivo de reducir el 10% anual de egreso corriente equivalente a 30 millones de dólares que se invertirían en varias obras emergentes para la ciudad. Esta resolución se aplicaría a empresas públicas metropolitanas,  fundaciones, corporaciones e institutos que son parte de la alcaldía.


Con buenos ojos recibimos los quiteños tan acertada postura, seguramente el gasto del gran aparataje publicitario que desplegó el alcalde desde que asumió sus funciones se reduciría también. Los meses pasaron y dicha propuesta pasó a ser parte del listado de las quimeras del alcalde Rodas. Las vallas, gigantografías, spots, pintura multicolor, letreros de obras inexistentes, etc., no solo que no se redujeron sino que aumentaron, a esto se sumó que el alcalde no se limitó únicamente a transmitir su cadena de los miércoles por la plataforma radial de la alcaldía, sino que contrató el servicio de nuevas radios. (Enlaces semanales en su mayoría de radios FM).


Adicionalmente el 21 de abril pasado el comité encargado de calificar las ofertas para la diagramación, impresión y distribución del periódico El Quiteño, recomendó la adjudicación del contrato al Grupo El Comercio por $ 308.794 por algo más de 3 millones de ejemplares. Éste el tercer contrato del Municipio con Grupo El Comercio y ya  suman casi un millón de dólares.

A esta cuantiosa inversión también se adhiere el listado de  periodistas contratados por el municipio, que si bien es cierto no tienen una relación de dependencia municipal, al recibir dinero del cabildo, omiten hablar mal de la gestión de la alcaldía, de hecho hacen todo lo contrario: difunden el trabajo municipal para favorecer positivamente en el imaginario de los quiteños.  Janeth Hinostroza, Félix Narváez, Marcelo Dotti, Diego Oquendo Jr., encabezan la lista de los comunicadores que hoy forman parte de los jugosos contratos con el municipio.

Y decimos jugosos porque no son cualquier pelo de cochino. Claro que no tiene nada de malo mantener una relación laboral con la alcaldía ¿acaso existe algún impedimento para el libre ejercicio profesional? Obviamente no tendría nada de malo, menos aún si se trata de un contrato público que está a la vista de todos los ecuatorianos y si los programas se transmiten abiertamente cada semana para toda la ciudadanía desde diferentes emisoras. Lo cuestionable es que sin atender a la disposición de austeridad se contrata a comunicadores “estrella” que ganan mucho más que cualquier empleado municipal capacitado para realizar la misma función.

Según información verificada por el diario público El Telégrafo, Janet Hinostroza tiene un contrato con la alcaldía este año por 55 mil dólares por producir un programa semanal de dos horas; Grupo Visión del periodista Diego Oquendo uno de 100. 000 mil; Marcelo Dotti Almeida cobra 33 mil dólares por un programa de media hora diaria, Félix Narváez 24.000 mil dólares, por citar algunos nombres.  ¿Cuántos productores de una radio como la Municipal pueden ganar esa cantidad?

Pero hay algo más profundo que llama la atención de esta relación laboral entre el municipio y los comunicadores “estrella”,  y es la clara postura que estos mantienen con el alcalde a la hora de informar no desde los medios municipales, lógico, sino desde sus “trincheras”. 

Precisamente esto es lo reprochable a la hora de cuestionar a los mencionados comunicadores, que simplemente no se puede ser juez y parte a la vez. ¿No se supone que el comunicador tiene como labor fundamental mostrar los hechos como son? Uno pensaría que su compromiso con la ciudadanía debe ser parte de su ética, que debe haber objetividad y no ser simples mercaderes de su trabajo; su ética tiene tres principios básicos: el compromiso con la verdad, la responsabilidad social y la independencia. El que se entregue a este oficio debe reflexionar sobre la verdad y entregar información veraz y objetiva a la ciudadanía. ¿Cómo nos vamos a informar los quiteños? si gran parte de quienes informan están totalmente comprados por el alcalde?

Los periodistas pagados por la alcaldía son incapaces de cuestionar la gestión o de  reclamar por el retroceso de una ciudad cada vez más desordenada y deteriorada, pero sin son capaces de unir todo su intelecto para callar lo malo y aplaudir los chispazos casi nulos que logra tener el alcalde. Son incapaces de cuestionar su incapacidad de liderazgo pero si de apoyar un discurso carente de proyección y conocimiento del manejo de una ciudad. Son capaces de presentar y replicar un discurso bien maquillado pero carente de trabajo real en beneficio de la ciudad.


¿Quién de los contratados por Mauricio Rodas se atrevió a cuestionar al alcalde sobre las confesiones desmedidas de Jaime Durán Barba sobre su ineptitud para administrar la ciudad? ¿Alguno fue capaz de investigar la  relación existente entre Mauricio Rodas e Ignacio Muñoz y el caso de lavado de dinero del Cartel de Sinaloa, una relación que trascendió a los medios internacionales?  Para ser más específica ¿Quién de estos comunicadores ha puesto en duda al alcalde sobre el sinnúmero de obras y propuestas incumplidas? Ninguno. Están todos cooptados por el propio Municipio. “Por la plata baila el mono” dice un dicho popular. 

Es indiscutible entonces que desde la alcaldía y ciertos grupos de poder se maneje una clara estrategia para favorecer una deplorable administración y fortalecer día a día el  gran aparataje publicitario de Rodas, que este año tiene previsto gastar miles de dólares ($346.000) para la producción y preproducción de espacios radiales para las emisoras municipales. Una relación que suena más a una compra de conciencias y que tiene como objetivo final ayudar a sostener una  imagen carente de habilidad para liderar una ciudad. Se habla de de austeridad municipal y a la par se  firman contratos de importante cuantía y que no son emergentes para la ciudad.

El silencio es evidente y la complicidad ya raya en el escándalo.

Lolita de la Bastida